Llega un día cuando tu, la futura novia, necesitas apoyo en la organización de la boda de tus sueños. Algunas futuras señoras planifican hasta el último detalle el día de su boda, otras en cambio se lo toman con más calma. Independientemente de cuál de las dos eres estamos convencidos que necesitas información (somos fotógrafos de boda, nuestra profesión es observar). Hoy en día es muy fácil encontrar información, incluso demasiado fácil. Todo el mundo te ofrece su consejo (incluidos nosotros) y todo el mundo tiene una motivación para ello (incluidos nosotros :)). Lo difícil es saber diferenciar lo útil de lo sensacionalista, lo necesario de lo que está a la moda y lo elegante dentro de un mundo de banalidades.

Si buscas en éste momento “consejos de boda” en Google te aparecen 1 millón. Para no decir que todas las señoras e incluso señoritas de tu alrededor tendrán un consejo para ti: “esto se hace así, no de la otra manera”…etc. Poco a poco puede que te sientas confusa y tomes decisiones no del todo acertadas. Agobia en exceso la cantidad de proveedores de servicios para bodas que existe y que sepas que la gran mayoría tratará de una forma muy fría esas ideas tan buenas que tienes para que tu boda sea la mejor, siendo su único objetivo el de ganar dinero. Y puede que digas “¡me parece normal!”. Y es así, pero la flexibilidad que se merece tu boda falta, incluso la responsabilidad de muchos proveedores acaba una vez firmes un contrato.

¿Dónde queremos llegar con todo esto? Pues constatar que nunca has organizado una boda. Y no es un proyecto baladí aunque en esencia es bastante fácil: vas a una ceremonia (tanto si es civil o religiosa, ésas personas que os van a casar ya ha hecho muchas bodas) y a una fiesta (has bailado en otras ocasiones). La diferencia la marca la forma en la que vas vestida. Es bastante sencillo, pero tienes la tendencia de complicarlo todo muchísimo.

Es bastante sencillo en realidad cuando contratas proveedores de calidad. Y no hay muchos, empezando por el peinado y acabando con el metre. Los mejores proveedores son los que crean la atmósfera de la fiesta junto a ti. Junto a ti, si. La música por ejemplo puede crear una sensación de bienestar pero eres tú la que marcará el estado de ánimo de los invitados y sus ganas de pasárselo bien. Nuestra misión es observar y te aseguramos que una novia retirada de la fiesta no transmite buenas sensaciones a los invitados.

Hay muchos fotógrafos de boda, con mucho talento, pero tú tienes que elegir. Insistimos que no contrates nunca por el precio. Un precio demasiado pequeño siempre esconde algo. Siempre. Puede que haya pocas fotos realmente buenas. Puede que las cámaras fotográficas no sean las mejores. Puede (OJO) que el fotógrafo tenga poca experiencia y todavía no se ha dado cuenta que no puede trabajar bien y barato al mismo tiempo. Puede que no vaya vestido de una forma apropiada el día de la boda. Puede que tiene poco trabajo y ha bajado los precios ¿Qué te parece? Puede que antes trabajaba de cualquier cosa y al quedarse en el paro ha decidido ser fotógrafo de bodas. Y podríamos seguir…

La elección del fotógrafo de boda casi siempre se rige por el precio pero los recuerdos deberían estar siempre bajo el paraguas de la calidad y la seguridad. La fotografía de boda es mucho más que una pareja delante de una cámara. Significa entender estados de ánimo, personalidades, experiencia técnica, saber encontrar ése momento especial en un mar de instantes ordinarios e inmortalizarlo de una forma excelente. Significa paisaje, fotoperiodismo, retrato, detalles. Significa en definitiva el deseo de ofrecer recuerdos únicos que sean igual de atractivos en 10 o 50 años.

El fotógrafo de tu boda es la persona que más tiempo pasará a tu lado, después del novio. Te tiene que gustar su presencia, que te lo pases bien en su compañía, que estés cómoda. Tienes que entenderte con él/ella con una simple mirada. Debería ser poco intrusivo, no protagonista, en una palabra: discreto. ¿Que NO deberías buscar? Número de fotografías, cuantos álbumes recibes, en general cantidades. Si recibes una lista interminable de cosas que te van a entregar, es posible que no vayas en la buena dirección.